El humor ante el Derecho penal: ¿puede un chiste ser delito?

El humor ante el Derecho penal: ¿puede un chiste ser delito?

El humor ha sido tradicionalmente una válvula de escape frente al poder, una herramienta crítica de denuncia social y un mecanismo cultural para canalizar tensiones. Sin embargo, en los últimos años, la línea que separa la broma de la infracción penal ha sido objeto de numerosos debates y sentencias. En contextos marcados por la sensibilidad ante ciertos temas, los tribunales han tenido que valorar si determinados chistes suponen una lesión al honor o una humillación ilegítima a las víctimas.

La tensión entre libertad de expresión y protección de las víctimas.

Casos como el de Cassandra Vera, condenada en 2017 por enaltecimiento del terrorismo por realizar chistes sobre Carrero Blanco en Twitter, evidencian el conflicto entre la libertad de expresión humorística y la dignidad de las víctimas del terrorismo. La Audiencia Nacional la condenó, pero el Tribunal Supremo anuló la sentencia.

Igualmente, el caso de César Strawberry supuso una condena del TS en 2017 por sus tuits con referencias irónicas a ETA, GRAPO y a la violencia política. En ese caso, el TS consideró que los mensajes podían contribuir a alimentar el discurso violento.

El efecto desaliento y la función social del humor.

La STC 139/1999 introduce la doctrina del «efecto desaliento», según la cual la utilización del Derecho penal debe evitar generar miedo en los ciudadanos al ejercer sus derechos fundamentales, especialmente cuando se expresan de forma provocadora o sarcástica.

El humor cumple funciones esenciales en democracia: revela hipocresías, cuestiona estructuras de poder, denuncia injusticias y permite reflexionar sobre lo trágico desde lo cómico.

El humor no puede convertirse en un delito salvo que se demuestre una intención clara de lesionar derechos fundamentales o incitar al odio o a la violencia. Las expresiones artísticas deben analizarse en su conjunto, con especial atención al contexto y a la finalidad comunicativa. La democracia debe proteger incluso los chistes de mal gusto, porque el precio de no hacerlo es la instauración del miedo como forma de control social.


Pernías Ábalos, Alejandro. La incriminación de la Libertad de Expresión en las redes sociales. TFG. 2018.